Lo que el sufrimiento nos enseña

“Las mejores lecciones se aprenden en la escuela del sufrimiento” – Pastor Luis Mendez

Ya sea que estés sufriendo por causa de tu pecado o por situaciones que no puedes controlar, la mejor manera de afrontar la circunstancia que te aflige en este momento es fijando tus ojos en Jesús y observando con paciencia cada detalle, para así descubrir lo que Él te quiere enseñar a través de todo esto.

Hace unos días estuve escuchando como por tercera vez, un sermón de uno de mis pastores que ha impactado mucho mi corazón. En él, estudiábamos la historia de Éxodo 14 (a partir del versículo 21) y 15 en la que el Mar Rojo es literalmente dividido en dos para que el pueblo pudiera pasar y posteriormente los enemigos fuesen ahogados. 

En ese acontecimiento, la reacción lógica fue celebrar por la victoria que Dios había provisto pero, humanos al fin, esto no duró mucho tiempo. Luego de atravesar el mar rojo, el pueblo se encontraba en medio del desierto y en lugar de confiar en que el mismo Señor que los libertó en el mar rojo, podía socorrerlos ahora, decidieron asumir una actitud de preocupación y duda. 

Independientemente de sus temores y falta de confianza en el Señor, Dios fue fiel nuevamente proveyéndoles el agua que necesitaban para saciar su sed, demostrándoles así que Él siempre estuvo con ellos, y es en este punto donde quiero detenerme. Muchas veces en medio de las bendiciones, vamos volados, como decimos los dominicanos, y no nos detenemos necesariamente a reflexionar sobre lo que Cristo nos está enseñando. Es normal, estamos contentos, todo va bien, así que continuamos caminando sin pensar mucho las cosas, hasta que todo cambia.

Hay una belleza en el desierto. Hay cierta hermosura en sufrir y es ésta:

  • En medio del sufrimiento nuestros ojos inevitablemente están más concentrados en Jesús y en lo que Él hará.
  • El sufrir nos impulsa a clamar al único que nos puede socorrer.
  • Aprendemos tantas cosas de nosotros mismos y de Dios que de otra manera no hubiese sido posible.

Dios me ha enseñado mediante Su gracia a cambiar la perspectiva sobre las situaciones difíciles. Esto no quiere decir que yo no llore o frustre pero lo que sí quiere decir es que en medio de mi dolor o incomodidad, puedo hacerme la pregunta de ¿qué aprendizaje me quedará luego de que esto pase? (¿Qué aprenderé de Dios? ¿Qué aprenderé de mí misma?) 

El sufrimiento nos hace más sensibles a las verdades del evangelio, a las promesas que adornan toda la Biblia, y a su vez nos anima a renovar nuestra esperanza y fortalecer nuestra fe. Mi deseo es que podamos decir siempre como Pablo en su carta a los Filipenses (4:11-13): 11 No que hable porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. 12 Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad; en todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad. 13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Que podamos descubrir el secreto que Pablo encontró y podamos a partir de hoy abrazar el sufrimiento cuando toque nuestra puerta. 

No matter what happens, it is well with my soul

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